El despertador dice que la chinga empezaría. Bobby es el primero en notarlo y empieza a ladrar exigiendo atención. Estoy demasiado desvelado para hacer algo más que darle de comer y limpiar el balcón. Sus amables cariñitos (vueltos violentos por esas uñas que no he ido a cortarle) son respondidas por una patada en su peluda cuerpo. Ese sentimiento de desagrado que siempre tuve hacia los perros tuvo un momento de debilidad, que lleva viviendo 8 años con nosotros.
Hora del desayuno. Abro el refrigerador y tomo la rápida decisión de hacer un par de huevos en forma de tortilla por su simpleza. Saco el jugo del refrigerador mientras pienso en aquel tiempo en que era recién preparado, y no lleno de colorantes. Tengo que quitarme la costumbre de vaciarlo en otro recipiente para enfriarlo, los trastes sucios suelen ser un motivo de pleito.
Salto de un susto por un beso en la nuca. Eres tú. Saludas y vas a darte una ducha. Quisiera una, más contigo (como solía ser cuando una ducha realmente empapaba) pero he sido tan lento esta mañana que desayunaré en el autobús. Me despido, como y termino de vestirme al mismo tiempo.
En el camión va una pareja besándose salvajemente. "vaya horas de estar caliente" pienso, y acto seguido me volteo hacia otro lado. Esos lapsus míos en los que pienso en voz alta se han vuelto frecuentes. Nunca fui la persona más discreta de este mundo, pero me preocupa decirte cosas que pienso y que desaten una revolución.
Monto mi cuarta pared actoral antes de entrar al campus. Mi sonrisa empieza a iluminar otros rostros. Siempre he dicho que el trabajo debe dar placer para no aburrirte. Ahora también pienso que hay cierta paradoja: nadie puede ser hedonista y rutinario al mismo tiempo o el placer acaba. Pero parte de mi trabajo es ser amable y alegre con todos.
Es inútil preguntar quien trajo la tarea, pues se que sólo Fernando y Frida la hicieron. Mas el método me obliga a preguntarle a los webones de siempre sólo para asegurarme de joderles el día con un regaño a las 7am. Todos tenemos derecho a ser infelices.
Trato de convencer después de clase a Frida de que me tome como director de su tesis. Sus ideas sobre lenguaje animal son tan ridículas como interesantes, y seguro le traerán novedad a mis estantes llenos de diccionarios y libros sobre alcoholismo, vías neuronales y sociología. Ella siempre dice que sería un honor, pero nunca me manda su maldito protocolo.
Subo las escaleras y la secretaria dice que hay un nuevo catálogo. Pediré los libros de siempre, sólo para repartir otro poco de amargura entre el coordinador. Él siempre insiste en que la universidad no puede gastar en libros que sólo yo usaré. Ya verá ese idiota, estoy a 4 publicaciones de ser SNI y entonces mi voz pesará más que la suya.
El tiempo se acelera hasta llegar a la hora de la comida. No es diversión, sino la urgencia de terminar mis pendientes para esta semana.
Recibo tu mensaje "salí temprano, te esperaré en casa con una sorpresa". "sorpresa" pienso yo, sería que quisieras salir de parranda. No tengo idea de la música que se toque en los clubs de hoy. No bailo desde la última boda de una amiga (que, para no perder la costumbre, ayudé a organizar como pasatiempo).
La otra mitad del día la paso sumiéndome en mis recuerdos. Recorro en internet mi pasado en fotografías. Era hermoso cuando no sabía lo que era extrañar y las cosas entraban y salían de mi vida sin ningún problema. Ahora no sé si podría definir mi vida, pero sé que extraño lo que tenía antes. Mis amigos de la escuela, los amigos de parranda, de mis primeros trabajos. De vez en cuando recibo un correo de alguno contándome algo que no quiso publicar en internet.
Mi vida ya tampoco es pública. Tengo 2 perfiles generales en internet: uno de mis amigos de mucho tiempo y el otro con las personas que conozco del campus y alumnos. Aún en el de mis amigos no paso mucho tiempo mandando correos y revisando redes sociales. No hay mucho que contar y no tengo tiempo para buscar estupideces divertidas en la red.
Es hora de volver a casa. Emprendo el camino y mi imaginación vuela mientras tanto.
}Tú tienes ropa nueva y colorida. Tu cabeza está llena de gel y tienes puestos zapatos cómodos. Me estás esperando tras de la puerta con una cerveza y dos boletos. Iremos a cenar y después a un antro. No el de moda, sino uno que toca música de nuestros tiempos. Me dices que en realidad el dinero por el que peleamos los últimos dos meses lo estuviste ahorrando para que nos consintiéramos una noche. Reservaste una noche en un hotel con jacuzzi y champaña. Me alegras y me das cerveza mientras cambio mi ropa. Insistes en lo mucho que nos divertiremos, y por un momento siento que tengo 20 y tantos otra vez. Puedo verme frente al espejo con esa sonrisa alocada y esos ojos brillantes que todos conocían.Llego al departamento y tú aún tienes puesto tu uniforme. Me recibes con una enorme sonrisa, te me pegas y nos tomas una fotografía. El lugar tiene luz tenue, y al voltear arriba veo que sacaste del armario mis viejos diseños de lámparas, y las ocupaste. Me cubres los ojos y me sientas en el comedor. Los descubres y veo velas y hojas pintadas de rojo cubriendo la mesa (hoy en día, conseguir rosas es más difícil y costoso que aprender a manejar un avión). Abres el tupperware que hay en el centro para mostrarme unos rollos de sushi que tú mismo hiciste. Descorchas un vino, y dices: "un día como hoy, hace 25 años que te conocí". Sonrío tan lentamente que puedo sentir como mi cara se arruga. Me tomas la cabeza con ambas manos, y empiezo a llorar.
Recuerdo entonces lo feliz que era en aquel entonces. Cuanto me satisfacían los pequeños detalles que ya casi nunca noto. Ahora, puedo por primera vez en mucho tiempo notarlos en nuestro hogar. Nunca logré fama ni fortuna, pero nunca soñé con ella. Ni con un auto, hijos o una gran casa. No tengo nada de seo, pero ahora lo ambiciono y eso me ha traido amargura.
Te jalo hacia mis brazos y caemos sobre la silla. Ya no tengo tan buenos reflejos como cuando te lanzaba sobre la cama. El dolor de espalda seguramente me durará un par de días. Me niego a soltarte, y sigo llorando.
Las lágrimas, me doy cuenta, no son de tristeza, ni de nostalgia. Son de felicidad. Puede que haya perdido muchas cosas con mi juventud, pero te tengo a tí. Y eso es lo más importante.